¡Hola, mis queridos lectores!
En esta ocasión les traigo la reseña de El dador de recuerdos (The Giver, 1993), la primera parte de una tetralogía escrita por Lois Lowry, en la que cada novela tiene un protagonista diferente con una trama independiente, pero cuyas historias están relacionadas entre sí, y es en el tercero y cuarto libro cuando esto se nota más. En El dador de recuerdos tenemos como protagonista a Jonas, un pequeño que acaba de cumplir doce años, una edad importante dentro de su comunidad, pues es cuando se les asigna la profesión a la que se dedicarán por el resto de su vida, sólo que algo sucede y Jonas, en vez de ser asignado, es seleccionado para ser el próximo Receptor de Recuerdos. A partir de ese instante, Jonas aprenderá cosas que están vetadas para los demás, el Dador de Recuerdos será su mentor y el encargado de transmitirle todo el conocimiento y la historia de su mundo para que en el futuro pueda ayudar a los que están al mando con las diversas problemáticas que puedan surgir; sin embargo, entre más comprenda Jonas la realidad del lugar en el que vive, menos conforme estará con su destino.
El mundo en el que vive Jonas se rige
por la Igualdad, aunque yo añadiría la obediencia y una especie de cortesía que
comparten todos los habitantes. No hay color, todos ven en blanco y negro, la
gente desconoce el concepto de la muerte, cada etapa de la vida está determinado
por la gente al mando, desde cuál será tu trabajo hasta quién será tu conyugue
o tus hijos, qué puedes hacer a tal edad o cuáles son los sentimientos que
deberías tener, el más mínimo detalle está controlado. Incluso el lenguaje debe
ser preciso, el vocabulario pasa por un proceso de regulación para no caer en
ambigüedades. A pesar de que hay una idea de igualdad y de que todos sirven a
la comunidad de igual manera, sí se deja entrever que hay elementos más
valiosos que otros.
«–¿No es justo? –El Dador miró a Jonas con curiosidad–. Explica lo que quieres decir.
–Bueno… –Jonas tuvo que detenerse y pensarlo con detenimiento–. Si todo es igual, ¡entonces no hay opciones! ¡Quiero despertar en la mañana y decidir cosas! ¿Una túnica azul o una roja? –Se vio a sí mismo, a la tela sin color de su ropa–. Pero todo es lo mismo, siempre. –Luego sonrió un poco–. Sé que no es importante, lo que vistes. No importa. Pero…
–Lo importante es decidir, ¿verdad? –le preguntó el Dador.
Jonas asintió.»
La historia transcurre durante un año,
periodo en el que Jonas está bajo la tutela del Dador, al inicio es un niño inocente
que conforme pasan los meses se da cuenta de lo complejo que es su deber, por
lo que un viaje que debía ser emocionante se convierte en una travesía dura y
en ocasiones cruel. Se trata de un personaje cuya evolución es notoria y que,
al ser un pequeño, fue difícil de leer. Ahora bien, en la novela se contrapone
la visión de la comunidad en la que vive Jonas y la de él mismo, mientras que
la primera muestra la idea del colectivo como una unidad que debe ser
controlada para mantener la armonía, el protagonista descubre la importancia de
la individualidad, de conocer, sentir y experimentar, de ahí que Jonas aparezca
como un personaje lleno de matices en tanto que el resto se sienten planos.
Cabe mencionar que hay una adaptación cinematográfica
con el mismo nombre del 2014 que fue dirigida por Phillip Noyce y que cuenta
con Brenton Thwaites en el papel de Jonas, mientras que Jeff Bridges interpreta
al Dador y Meryl Streep a la gobernante de ese mundo. En mi caso, primero vi a
película y me encantó, así que después fui a buscar la novela y también la
disfruté bastante, si bien difería del filme, más que nada porque en la
adaptación le cambiaron la edad a Jonas, por lo que en vez de ser un niño es un
adolescente y eso influyó en que le pusieran un interés amoroso, considero que
la película es fiel y, en lo personal, me gustan ambas versiones de la
historia.
Finalmente, El dador de recuerdos
es una novela que disfruté bastante, me gustó cómo la autora presenta una sociedad
que transmite una aparente sensación de felicidad y tranquilidad, pero cuyo
trasfondo es más complejo y crudo. Este es un libro corto, pero conciso y que
en unos cuantos diálogos o escenas profundiza en varios aspectos sobre la
humanidad, además, verlo todo a través de los ojos de Jonas le agrega un toque
inocente, agudo y conciso. En cuanto a la recta final, fue frenética y dolorosa,
pero esperanzador. Una distopía bien construida que recomiendo bastante.
FICHA:
LOWRY, Lois, El dador de recuerdos, traducción de Eloy Pineda, Ciudad de
México: Destino, 2014, pp. 216.
¿Ya lo leyeron o han visto la película?
¿Les gustan las distopías?
Gracias por leer. <3
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