¡Hola, mis queridos lectores!
En esta ocasión les traigo la reseña de
un libro de la saga de Claire Randall, así que aparecerán algunos spoilers de las novelas anteriores, de las cuales pueden leer
su respectiva reseña haciendo clic en los títulos: Forastera, Atrapada en eltiempo y Viajera.
La saga de Claire Randall (en inglés la
serie de libros toma el nombre de la primera novela, Outlander –Forastera–) escrita
por Diana Gabaldon, cuenta la historia de Claire, una mujer que viajó en el
tiempo a la Escocia del siglo XVIII a través de un círculo de piedras llamado
Craigh na Dun, para poder mantenerse a salvo tiene que casarse con James Fraser
y, a pesar de que ella hace todo lo posible por regresar a su presente con su primer
esposo, Frank, termina enamorándose de Jamie y quedándose con él. Por
desgracia, debido a los hechos ocurridos en Culloden, ambos se separan y Claire
vuelve a su época junto a Frank, con quien cría a su hija, Bree, cuyo padre
biológico es Jamie, lo cual no impidió que Frank la amara como si fuera de él.
Pasan veinte años y Claire viaja con Bree a Escocia –Frank ya ha muerto– y se
entera, gracias a la ayuda de Roger, un joven historiador, que Jamie no murió
en Culloden, así que con la bendición de su hija, regresa al pasado para
reencontrarse con él. Nuevamente juntos, Claire y Jamie se embarcan en una
aventura que los hará cruzar el océano en busca de su sobrino, Ian, al cual
salvan de las garras de una vieja conocida. Al final de Viajera descubren que han llegado a una de las colonias inglesas,
lugar donde los encontramos al inicio de Tambores
de otoño, libro en el que veremos a esta pareja asentarse en Carolina del
Norte.
Nuevamente
Diana Gabaldon nos regala un arma perfecta para matar a alguien de un librazo, Tambores de otoño tiene poquito más de
mil páginas, pero no se hacen pesadas, la narración me sigue cautivando de la
misma manera que lo hizo la primera entrega. En esta ocasión, Claire y Jamie no
son el único foco de atención, puesto que Brianna y Roger comienzan a tener más
protagonismo dentro de la trama, sobre todo cuando viajan al pasado, dado a que
Brianna quiere advertirles de una desgracia a sus padres y su enamorado la
termina siguiendo. Así que, por un lado está la travesía de Claire, Jamie y el
pequeño Ian por Norteamérica hasta su destino final, el Cerro de Fraser, lugar
donde finalmente harán su vida; y, por otro, está el desarrollo de la relación
amorosa de Brianna y Roger y todo lo que implica, sumándole, desde luego, su
viaje al pasado. Estas dos tramas terminan colisionando cuando los personajes
se reúnen, y es aquí cuando el caos se desata, pues secretos salen a la luz y
los personajes deben tomar decisiones que cambiaran su vida para siempre.
Algo
muy importante y que define todo lo que se va desarrollando a lo largo de la
novela y que le trae graves consecuencias a la vida de los personajes, tiene
que ver con un error trágico que Jamie comete al inicio de Tambores de otoño, error que le acarreara desgracias a la familia
Fraser y que hará que nuestro highlander
favorito se atormente con la culpa por lo que hizo. Diana Gabaldon crea
personajes muy humanos, con claros y oscuros, que tienen grandes conflictos
internos que van desplegando diversos rasgos de su carácter. Esto es algo que
me encanta de los personajes de esta saga, aunque también es lo que hace que en
ocasiones no me agraden tanto, pues no siempre coincido con su proceder o su
actitud.
Eso sí, si hay un
personaje que se ganó mi antipatía absoluta en esta novela, ese fue Roger, si
antes me caía bien, ahora no lo aguanto y cada que sale me dan ganas de darle
una bofetada. Roger hace cada cosa que me hacía querer aventar el libro bastante
lejos, tiene unas actitudes tan machistas que no puedo con él, por ejemplo,
cuando le reprocha a Brianna que quiera acostarse con él sin antes haberse
casado, pero eso sí, está bien que él haya tenido relaciones sexuales con otras
mujeres, con la excusa de que a ellas no las amaba y a Bree sí. O sea, Roger,
¿perdón? Aparte es un inútil –aunque esto lo percibí más en la siguiente
entrega, que ya leí– y a veces me cuestiono si realmente estudió historia,
porque daba la impresión de que no tenía idea de nada. En cambio, un personaje
que sigue siendo de mis favoritos y que tiene más que asegurado su lugar en mi
corazón es lord John Gray, este hombre es un amor, si bien los celos o el
egoísmo pueden estar presentes en él, siempre procura dar lo mejor de sí mismo
y es un retrato de nobleza, honor y bondad.
Ahora
bien, en este libro experimenté junto con Claire los rigores del viaje por Norteamérica,
específicamente al principio de la novela cuando se dirigen hacia la plantación
de la tía de Jamie. La descripción del calor abrasador, del sudor deslizándose por
el cuerpo y la incomodidad que acompaña el usar demasiada ropa, como esta está
húmeda y sucia, el acecho de los insectos, que si bien no afectan a Claire, su
forma de hablar de ellos me causaba rechazo ante la situación. Todo lo cual, me
parece un acierto de la prosa de la autora.
Y,
bueno, en Tambores de otoño suceden
muchas cosas, hay decisiones trascendentales, se muestra la relación con los
nativos americanos, la cual puede ser amigable o tensa, dependiendo de la
situación, también se observa lo difícil que es empezar de cero en una nueva
tierra. La relación de Jamie y Claire es distinta a la de Roger y Brianna, algo
que se observa a lo largo de los caminos, el viaje en el tiempo de Claire
también termina siendo totalmente distinto al de Bree; los contrastes se hacen
patentes en estas dos generaciones, aunque hay similitudes y cosas que se
repiten de una a otra.
Claire
y Jamie ya no son los únicos protagonistas, pero su relación sigue siendo la
base de estas novelas y es bueno saber que esta sigue fortaleciendo y que las
dificultades a las que se enfrentar sólo cimentan su amor.
–Mientras mi cuerpo y el tuyo vivan, seremos una sola carne
–susurró. Sus dedos me tocaron el pelo, la barbilla, el cuello y los pechos;
respiré su aliento y lo sentí sólido en mis manos. Después, me recosté con la
cabeza sobre su hombro, sosteniéndome con fuerza y las palabras profundas y
suaves en su pecho–. Y cuando mi cuerpo termine, mi alma todavía será tuya,
Claire. Juro por mi esperanza de ganarme el cielo que no me separaré de ti. –El
viento agitaba las hojas de los castaños cercanos y los aromas del final del
verano nos inundaban: pino, hierba y fresas, piedras calentadas por el sol y
agua fresca, y el olor fuerte y almizclado de su cuerpo junto al mío–. Nada se
pierde, Sassenach; sólo se transforma.
–Eso es la primera ley de la termodinámica –dije secándome la nariz.
–No –respondió–. Eso es fe.
FICHA:
GABALDON, Diana, Tambores de otoño,
traducción de A. Dellepiane y E. Fernández, Barcelona: Salamandra, 2017, pp.
1038.
¿Ya lo leyeron? ¿Les gusta la serie de televisión?
Díganme qué opinan en los comentarios ^^
Gracias por leer <3
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