Reseña: El alguacil, de Carlos P. Casas

¡Hola, mis queridos lectores! ¿Cómo están? Yo muy contenta porque ya se solucionó el problema que tenía con respecto a la visualización de cualquier blog –incluyendo el mío–, así que pronto los estaré visitando ^^

Hoy les traigo la reseña de una novela histórica a la que no le deben perder la pista. Antes que nada, me gustaría agradecerle al autor, Carlos Pérez Casas, por haberse contactado conmigo y ofrecerme a leer su novela, también quisiera disculparme por reseñarla hasta ahora, ya que ha pasado mucho tiempo desde que acepté leer El alguacil (2016), medio año más o menos. Ya sé, ya sé, no tengo perdón de Dios y que esta publicación llega con mucho retraso por diversas razones, pero por fin está aquí.

         Esta historia la empecé a leer por ahí del mes de enero o febrero, la premisa me llamaba la atención y la época en la que se desarrolla la historia (Edad Media) es de mis favoritas, así que quería meterme de lleno a la lectura, pero se atravesaron los libros que tenía que leer para la universidad y, por lo tanto, sólo disponía de momentos robados para leer unas cuantas páginas en lapsos de tiempo alejados entre sí. Después, con el problema que tuve en mi ojo que les había comentado, no toleraba leer en digital, así que entre una cosa u otra, perdí el hilo y abandoné la lectura. Hace un par de meses, cuando ya estaba un poco más libre y mi ojo se había curado, volví a agarrar la novela, la empecé desde cero otra vez y, sin darme cuenta, en un día leí varios capítulos, quedé enganchada y en poco tiempo la terminé.

         El alguacil, como ya mencioné, es una novela histórica que se desarrolla en Aragón en el invierno del año 1134. El pueblo de Lacorvilla vive apaciblemente, sobreviviendo como puede, alejado de las guerras y las disputas, hasta que se convierte en el objeto de deseo de unos bandidos conocidos como los Albares, un grupo que se dedica a causar estragos por donde pasa. Ante la amenaza, el alguacil Jimeno decide liderar y entrenar a los corvillanos para que le hagan frente al problema, alegando que son unos simples bandidos a los que se les puede matar como a cualquier hombre, pero no todos están de acuerdo, como Sancho, el carbonero, quien sabe que es muy arriesgado, dado a que los corvillanos no son soldados. Sancho y Jimeno tienen una historia a cuestas, el alguacil mató al padre del segundo y ahora es dueño de sus tierras, debido a esto, el carbonero y su hijo viven en una situación precaria y con el odio constante de Jimeno, que no pierde oportunidad para traer a colación el pasado y desear la muerte de el Negro –como llaman a Sancho–. Ya que la ayuda del rey es imposible, los corvillanos dispondrán de las armas que les proporcione don Yéquera, el señor de ese lugar, un anciano que con una decisión, cambiará el destino de Sancho y Jimeno.

«Había oído los rumores, claro. Monstruos de piel blanca sedientos de sangre. Pueblos en llamas. Campesinos descuartizados. Solo rumores, historias que se repetían en las tabernas durante los últimos años. Su padre siempre le había dicho que aquellas historias eran exageradas. Que no eran más que bandidos con cierto renombre.»

         La novela consta de un prólogo, ocho capítulos y un epílogo, cada uno está narrado en tercera persona desde la perspectiva de un personaje diferente, gracias a lo cual se puede saber lo que piensan y cómo los perciben los demás, lo que guardan para sí mismos y lo que dejan ver a quienes los rodean. Esta multitud de voces es un acierto porque permite tener una visión más amplia de los hechos y de los personajes, además de que les da profundidad a estos. Por otra parte, los capítulos llevan por título el oficio que desempeña el personaje en turno, por ejemplo: “La criada”, “El escudero” o  “La alambiquera”, remarcando así el lugar que ocupan dentro de la comunidad y que los identifica públicamente, pero es en el contendio del capítulo donde se puede ver el lado privado de los personajes, su interior, sus pensamientos y secretos, aquello que los hace más que un “oficio”.

«Así era su hijo. Así había crecido en un mundo donde las apariencias importaban mucho y el aspecto físico de una persona era lo que más pesaba a la hora de juzgar a alguien. Sancho había descubierto el modo de vivir sin tener nada. Mostrando su nada como si fuese víctima de la mala suerte. Su hijo sabía bien lo que quería ver la gente.»

         Ahora bien, me gustaría hablar de algunos personajes. En primer lugar, el alguacil, un hombre que al principio me dio la impresión de ser alguien valiente y fuerte que, aunque constantemente está recordando sus glorias del pasado en la guerra y se muestra arrogante, parecía que realmente estaba preocupado por su gente y que su plan de liderar un enfrentamiento contra los albares era lícita. Qué equivocada estaba. Esto se debe a que el prólogo y el primer capítulo estaban narrados por Alfonso (hijo de Jimeno) y el alguacil, respectivamente, razón por la que mostraban una imagen favorable de éste, pero todo lo contrario, se trata de un sujeto nefasto y sediento de poder. De igual forma, el personaje de Sancho en un inicio es presentado como un cobarde, pero conforme avanza la historia se revela que tiene un carácter firme y un temple de acero, sin los cuales no habría logrado sobrevivir durante tanto tiempo.

         Otros personajes relevantes son un caballero y su escudero, quienes representan esperanza y problemas, puesto que por un lado su presencia es invaluable frente a los albares, pero al mismo tiempo perturban la tranquilidad de ciertos personajes y de todos en general. El caballero se llama Raphaël y su escudero, Thoas (tanto ellos, a nivel global, como Jimeno y el tabernero Bermudo, a nivel local, aluden a las campañas por reconquistar tierras santas, dando atisbos del mundo que hay más allá de Lacorvilla, la cual hace tiempo también fue recuperada de manos de los musulmanes), quienes tienen una relación que es motivo de un hervidero de rumores por parte de la gente, nunca se dice explícitamente que son homosexuales, pero sí se deja muy claro que su relación no está bien vista. Desde luego, no se debe olvidar que se trata de una sociedad medieval feudal religiosa.

«Hay poca justicia en este mundo, hija mía, y de ese mendrugo las mujeres recibimos las migajas. ¿Has visto cómo nos han tratado desde que empezó todo este asunto de los albares? Han cargado sobre nosotras la responsabilidad de trabajar los campos y cuidar del ganado mientras ellos empuñan las espadas y las lanzas. Con más sidras en el estómago de las que deberían. Y no creas que trabajar los campos es algo que normalmente hacen ellos solos; allí estamos tantas horas como los hombres, con la espalda doblada y las rodillas peladas de trabajar. Y cuando llegamos a casa nuestras agotadas manos aún tienen que hacer un último esfuerzo […] Seis hermanos te esperan: dos chicos y cuatro chicas. ¿Adivinas quiénes ayudan a tu pobre madre con las tareas de la casa?»

         Finalmente, me gustaría hablar de Arlena, la esposa de Jimeno, un personaje que me gustó mucho. Arlena en el exterior muestra un carácter sereno, serio, bajo control y que al estar embarazada es subestimada, pero es un personaje que guarda mucho en su interior y que demuestra que el ser mujer no te hace menos. Tanto ella como la hermana de Jimeno tienen mucho peso dentro de la novela. El autor le da un papel importante a las corvillanas y, además, pone sobre la mesa el tema del lenguaje inclusivo, lo cual me pareció interesante y relevante, algo que se discute en la historia y que en nuestra realidad es algo que también se debate.

           El alguacil es una novela histórica con una premisa sencilla, pero cuyos personajes son el elemento principal, una vez que te adentras en la historia, esta fluye con buen ritmo, hay momentos más pausados que otros, pero hay una tensión constante auspiciada por las personalidades de los personajes y la interacción entre ellos, lo cual provoca que quieras saber cómo se va restablecer el equilibrio en Lacorvilla. El desenlace no me tomó por sorpresa porque ya me lo esperaba, pues llegó un momento en que era el único final posible; destaco la última frase del epílogo, contundente y con la fuerza suficiente para moverte las emociones. Pérez Casas le da mucha importancia a lo que se dice y lo que no a través de una historia llena de injusticias y de ambición. Les recomiendo que le echen un ojo. 

FICHA: PÉREZ CASAS, Carlos, El alguacil, edición kindle, 2016, pp. 240. Lo pueden adquirir AQUÍ, también hay disponible una versión en tapa blanda.   

¿Les llama la atención? ¿Ya lo leyeron?

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Gracias por leer <3