¡Hola a todos! Hoy es ese día de la semana en
la que toca hablar de poesía, en esta ocasión les hablaré brevemente de Miguel
Hernández y les pondré uno de sus poemas más conocidos.
La Guerra Civil (1936-1939), grosso modo, es un choque de bloques
ideológicos y sociales. En este marco, la poesía y la cultura en general
estuvieron al servicio de los combatientes; las creaciones literarias se
transformaron en una nueva arma que podía ser esgrimida en la guerra contra el
adversario, por lo tanto también podía ser considerada como una causa de
muerte. Tal es el caso de Miguel Hernández (1910-1942), quien participa en la
Guerra Civil escribiendo y leyendo en la radio, motivos que lo llevaron a ser
encarcelado y a su posterior muerte.
Miguel Hernández nació en
Orihuela, Alicante, al ser hijo de una familia humilde tuvo que desempeñar el
oficio de pastor de cabras, labor que combinó con la lectura y la escritura de
versos. Desde joven se vio atraído por las letras, gracias a la intervención
del canónigo Luis Almarcha Hernández y de su entrañable amigo Ramón Sijé, Miguel
pudo dedicarse con ahínco a su labor como poeta. Su vida personal y la etapa
histórica que le toca vivir, permearon su abundante obra poética. Pese a que no perteneció a ningún grupo
poético en concreto, Dámaso Alonso lo describe como el “genial epígono de la
Generación del 27”.
La obra poética de Miguel
Hernández siempre ha estado estrechamente vinculado con su vida personal: desde
sus primeros versos de adolescencia en las que su vida campestre se reflejaba
en el papel hasta en su última época donde el desencanto ocasionado por la
guerra inunda sus textos. Otro rasgo notable en su poesía es la evolución en cuanto a forma y contenido, en
un inicio hay un Miguel Hernández que se preocupa por la métrica y demás, pero
posteriormente el contenido será lo que quiera magnificar en obra.
A continuación les transcribo
uno de sus últimos poemas: “Nanas de la cebolla”, escrito en la cárcel y
dedicado a su hijo, este poema nace después de que Miguel Hernández recibiera
una carta de su esposa en la que le dice que lo único que comían era pan y
cebolla.
La cebolla es escarcha
cerrada y pobre.
Escarcha de tus días
y de mis noches.
Hambre y cebolla,
hielo negro y escarcha
grande y redonda.
En la cuna del hambre
mi niño estaba.
Con sangre de cebolla
se amamantaba.
Pero tu sangre,
escarchada de azúcar
cebolla y hambre.
Una mujer morena
resuelta en lunas
se derrama hilo a hilo
sobre la cuna.
Ríete niño
que te traigo la luna
cuando es preciso.
Tu risa me hace libre,
me pone alas.
Soledades me quita,
cárcel me arranca.
Boca que vuela,
corazón que en tus labios
relampaguea.
Es tu risa la espada
más victoriosa,
vencedor de las flores
y las alondras.
Rival del sol.
Porvenir de mis huesos
y de mi amor.
Desperté de ser niño:
nunca despiertes.
Triste llevo la boca:
ríete siempre.
Siempre en la cuna
defendiendo la risa
pluma por pluma.
Al octavo mes ríes
con cinco azahares.
Con cinco diminutas
ferocidades.
Con cinco dientes
como cinco jazmines
adolescentes.
Frontera de los besos
serán mañana,
cuando en la dentadura
sientas un arma.
Sientas un fuego
correr dientes abajo
buscando el centro.
Vuela niño en la doble
luna del pecho:
él, triste de cebolla,
tú satisfecho.
No te derrumbes.
No sepas lo que pasa
ni lo que ocurre.
Acá les dejo un video de Joan Manuel
Serrat en el que canta estos hermosos versos y concuerdo con lo que dice al
inicio. Las “Nanas de la cebolla” es un poema hermoso que te estruja el
corazón, a mí siempre me gana el sentimiento cuando lo leo, más cuando pienso
en las condiciones en las que Miguel Hernández lo escribió, en los padecimiento
de él y su familia y de toda la gente que le tocó vivir durante la Guerra
Civil y los años de la posguerra.
Espero les haya gustado la entrada del día de hoy.
¿Ya conocían a Miguel Hernández? ¿Lo han leído?
Ya saben que sus comentarios siempre son bien recibidos :D
Gracias por leer <3
No lo conocía, pero no me ha desagradado, gracias por tu entrada,,,
ResponderEliminarGracias a ti por comentar ^^
Eliminar¡Abrazos!
No lo conocía, pero no me ha desagradado, gracias por tu entrada,,,
ResponderEliminarHola! que lindo, cuando era pequeña amaba la poesía, pero la dejado muy de lado, espero volver a retomarla, saludos! :)
ResponderEliminar¡Hola, Catherine!
EliminarOjalá la retomes ^^ A veces viene bien leer un poema de vez en cuando.
¡Abrazos!
Hola guapa!
ResponderEliminarMe encanta Miguel Hernández antes era una apasionada de la poesía, me gustaba mucho leerla, aunque si es cierto que ahora la tengo bastante dejada, me gusta mucho como Serrat canta la Nanas de la cebolla. Besotes
¡Hola, Violeta!
EliminarNo sabes qué gusto me da encontrar a otra persona que le gusta Miguel Hernández <3
¡Abrazos!
Hola!
ResponderEliminarLa verdad que no soy mucho de leer poesía, pero me alegro de que a ti te guste :D
Un beso!
Gracias por comentar ^^ Dale una oportunidad a la poesía, puede llegar a sorprenderte, además es como las novelas, hay para todos los gustos :D
Eliminar¡Abrazos!
¡Hola!
ResponderEliminarQuiero decirte que te he nominado a Best Blog :D
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Un besito!
¡Muchas gracias! *-*
EliminarAbrazos ^^