¡Hola a todos!
¿Cómo
están? ¿Qué tal les va? Yo ando por aquí dando señales de vida en el blog y qué
mejor manera que con la reseña de un libro que disfruté bastante, el cual presenta
una metáfora que nos recuerda que somos tanto protagonistas como secundarios,
todo depende de la perspectiva. ¡Vamos con la reseña!
«Todos somos polvo de estrellas y relatos».
Un mar sin estrellas, de Erin
Morgenstern.
El libro del que les quiero hablar hoy se trata de uno lleno de historias, o más bien, una historia con muchas historias. ¿Suena enredado? Algo sí, pero es que
no encuentro una mejor manera de definir esta novela, pues desde que la abres y
comienzas a leer la primera página, ya sabes que estás ante algo inusual, o no
tanto, pero sí que te va a cautivar conforme vayas avanzando, ¡y de qué manera!
No por nada es la única obra que, en lo que va del año, le he dado una
puntuación de cinco estrellas, y bien merecidas cada una de ellas. ¿Quieres
saber por qué? Sigue leyendo.
Un
mar sin estrellas (The Starless
Sea, 2019), de Erin Morgenstern, está
conformado por seis secciones denominadas “libros”,
cinco interludios y un epílogo. Cada
libro integra historias que se podrían considerar independientes, pero sólo en apariencia, pues pronto uno se percata de
que están conectadas de alguna forma; sin embargo, sí que hay una única historia que se sigue de manera lineal,
y es la correspondiente a la de un joven llamado
Zachary Ezra Rawlings, un amante de la lectura y estudiante de
posgrado que analiza los Nuevos Medios de Comunicación, en específico, sus
estudios se enfocan en el diseño de los videojuegos con orientación en
psicología y cuestiones de género. ¿Casualidad? No lo creo.
«Tras algunas páginas la historia cambia de rumbo, y Zachary no
sabe si se trata de una novela o de una colección de relatos breves, o quizá de
una historia dentro de otra. Se pregunta si volverás a retomar la parte anterior.
Luego vuelve a cambiar.
Las manos de Zachary Ezra Rawlings empiezan a temblar.
Porque mientras que la primera parte del libro es un relato un tanto romántico sobre un pirata, y la segunda involucra una ceremonia con una acólita en una extraña biblioteca subterránea, la tercera es algo completamente diferente.
La tercera parte es acerca de él mismo».
Cierto día, Ezra encuentra un libro en la
biblioteca, Dulces penas, una colección de relatos que ponen su mundo de
cabeza al reconocerse a él mismo como personaje de uno de ellos, pues hay un evento
de su pasado perfectamente bien narrado en esas páginas. ¿Qué está pasando? A
partir de ese instante, Ezra se embarcará en una aventura emocionante y
peligrosa en la que las narraciones constituyen el pilar fundamental de su
travesía, así como un mítico lugar llamado el Mar sin estrellas, en cuyo puerto
se halla un recinto que bien podría considerarse como el paraíso de todos los
lectores.
Si bien como lectora sabía que se trataba
de un libro de ficción, una vez que empiezo una novela me olvido de ello
mientras estoy leyendo, pues esa es la magia de la literatura, que uno se
adentre y viva la historia. En Un mar sin estrellas, no obstante, desde
el principio no pude olvidar que se trataba de una ficción, ya que aquí nos encontramos con una historia que es consciente de que
lo es, por lo que requiere de un tipo de lector avezado que esté
dispuesto a descubrir los secretos de la obra, atar los cabos e interpretar todas
las señales. Tenemos historias dentro de historias
o tal vez algo más grande que eso; personajes que saben que son personajes y se
cuestionan su existencia. Ezra no deja de preguntarse si es un
personaje o no, nosotros sabemos que sí, pero ¿qué hay de nosotros? ¿también
seremos entes de ficción? Los juegos ficcionales
se suceden uno tras otro y me atrevo a decir que esa es la magia de esta
novela, que constantemente se reflexiona a sí misma a través de la narración y
de los personajes. La autora supo cómo focalizar la historia para hacerla
sentir más verdadera o ficticia con su manera de narrar, la forma en la que
estructuró cada uno de los apartados y en cómo introdujo y caracterizó a cada
uno de los personajes.
Tomando en cuenta esto, aquellos “relatos independientes”
me hacían sentir como si alguien me estuviera contando un cuento, como si fuera
algo que no me pudiera afectar directamente, además, el que incluyeran títulos sólo
acentuaba más esa sensación. En cambio, la historia que seguía a Ezra en su
viaje por descubrir la verdad detrás de Dulces penas apagaba ese
desapego que me generaban los relatos, puesto que con Ezra había forjado un
vínculo al ser él el protagonista, le había agarrado cariño y podía sumergirme
en la novela como si la estuviera viviendo junto con él, olvidando que se trataba
de un personaje que no es real.
Ahora bien, en cierta forma sí que vamos viviendo la historia junto con Ezra, debido
a que los relatos que nosotros leemos, él
también los está leyendo; mientras que uno como lector crea
hipótesis y trata de darle un sentido a lo que tiene entre sus manos, Ezra hace
lo mismo, con lo que llega a conclusiones similares a la persona que, a su vez,
lo lee a él y al resto, aquel lector que tiene el panorama completo, que sostiene
Un mar sin estrellas en las manos.
«Reflexiona sobre las historias, fragmentos de imágenes que
vuelven a él mientras se permite considerarlas sencillamente como historias en
lugar de tratar de desmantelarlas para buscar sus secretos».
El hecho de que Ezra sea un
lector, como nosotros, es un
factor que aprovecha Erin Morgenstern para construir su obra, de ahí que use un tono distinto con el que escribe los
relatos que el protagonista lee –y nosotros también– y recurra a otro en aquellas partes en las que él está en
escena, es decir, cuando sabemos lo que piensa y siente, cuando la
historia se está desarrollando en “tiempo real”. No por nada, el hilo
argumental de Ezra carece de títulos y siempre se inicia la narración con la
mención de su nombre completo, como si fuera un recordatorio de que esa es la
historia con la que debes conectar más que con las otras, ya que esas otras son
las pistas para resolver el misterio. No
obstante, llega un punto en el que esos
relatos “aparentemente independientes” dejan de serlo, por lo que su
estrecha relación con el todo que es esta historia se vuelve más notorio y esa separación que se podía hacer al principio entre lo
que eran materiales de lectura para el protagonista –y nosotros, por ende– ya
no lo son tanto… Después pasa algo más curioso e interesante que es
de lo que más me gustaría hablar, y de lo que de hecho ya había escrito algo,
pero podría ser spoiler, así que no continúo más sobre este asunto.
Prosigamos, los
libros y los lectores tienen un papel relevante en la novela, hay
varios diálogos, pensamientos o situaciones con los que uno se puede
identificar fácilmente y que ocasionan que haya una complicidad con el texto. Aparte,
hay constantes menciones a las formas en las que las personas, no
necesariamente lectores, que pueden ser partícipes de una historia y gozar de
ella, aspecto que está estrechamente ligado a
los juegos ficcionales que en Un mar sin estrellas están a la
orden del día. Por ejemplo, en cierto momento se alude a un tipo de historia
muy particular que, más adelante, vemos reflejado en el libro, o viceversa; o
también lo que se menciona sobre los videojuegos, especialmente los juegos de rol,
pues se hace hincapié en la manera en la que te muestran un mar infinito de
historias.
«...algunos las disfrutaban y otros no, pero […] esa es la
naturaleza de un relato. No todas las historias hablan a todos los públicos,
pero todos los públicos pueden encontrar una historia que les hable, en algún
sitio, alguna vez. De una forma u otra».
Finalmente, la pluma de la autora me
encantó, tiene una prosa muy cuidada y hermosa
que te envuelve por completo, desde la primera línea me conquistó y me mantuvo encandilada
hasta el final. Un mar sin estrellas
es una obra rica en detalles, juegos ficcionales, personajes entrañables y una
historia inolvidable que será la delicia para todos aquellos que disfrutan de sumergirse
en las páginas de un libro. Hay acción principalmente, pero también una bella,
sutil e inesperada dosis de romance a fuego lento que no se pueden perder.
¡Sin duda les recomiendo encarecidamente!
FICHA:
MORGENSTERN,
Erin, Un mar sin estrellas, traducción de Jeannine Emery, España:
Umbriel, 2019, pp. 506.
¿Ya lo leyeron? ¿Les llama la atención?
Cuéntame alguno de tus libros preferidos
:3
Un abrazo <3
¡Hola! No conocía este libro, pero solo leerte sobre la trama me ha explotado la cabeza jajaja Me he liado un poco, no voy a mentir, pero me ha generado mucha curiosidad, así que apuntado se va.
ResponderEliminarBesos :)
¡Hola!
ResponderEliminarLa verdad es que amé este libro y cuando lo terminé sentí la necesidad de releerlo para poder pescar la mayor cantidad de referencias y otras cosas que pude haber pasado de alto... aún no lo hago, pero sin dudas lo haré en algún momento. :DD
¡Abrazo!