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jueves, 17 de marzo de 2016

Jueves de poesía: Sobre las Soledades de Góngora.

Sean bienvenidos a otro Jueves de poesía, en esta tercera edición les traigo algo de otro mundo… ¿se animan a seguir leyendo?

Era del año la estación florida 
en que el mentido robador de Europa 
(media luna las armas de su frente, 
y el Sol todos los rayos de su pelo), 
luciente honor del cielo, 
en campos de zafiro pace estrellas, 
cuando el que ministrar podía la copa 
a Júpiter mejor que el garzón de Ida, 
náufrago y desdeñado, sobre ausente, 
lagrimosas de amor dulces querellas 
da al mar, que condolido, 
fue a las ondas, fue al viento 
el mísero gemido, 
segundo de Arïón dulce instrumento. (vv. 1-14)
[pueden seguir leyendo aquí]

No hay nada como ese momento en el que lees o escuchas las Soledades por primera vez y no entiendes nada, es un instante único e irrepetible (bueno, quizá no sea tan cierto, pasan varias releídas para que entiendas algo). Los versos que les traigo en esta ocasión son con los que inicia la primera Soledad, la cual presenta a un peregrino aquejado por los desdenes de su amada que naufraga en un lugar apartado donde podrá dejar atrás su mal de amores; en este sitio alejado de la vida urbana, asistirá a los placeres de la naturaleza y a la rutina de la gente rústica. El poema muestra el tópico de “desprecio de la corte, alabanza de la aldea”. Góngora tenía planeado escribir cuatro soledades, pero sólo escribió dos, de las cuales la segunda está incompleta.
En este poema Góngora habla de cosas cotidianas y vulgares con un lenguaje alto y sublime, que por lo regular debería estar destinado a temas más serios, combinación característica del Barroco. Por otra parte, también exhibe varios de los rasgos que lo caracterizan a él, por ejemplo: mención de los mitos grecolatinos, el cambio en el orden de la sintaxis (hipérbaton), el uso de cultismos y el uso del acusativo griego (quién diga que lo entiende, les está mintiendo, ¡esta es cosa del demonio!).
No se preocupen si no entienden nada, la gente de esa época también se sentía perdida con la obra de Góngora. Su estilo, generalmente denominado culterano (sobre el culteranismo quizá hable en otro Jueves de poesía), ya era criticado entre sus contemporáneos, Quevedo, especialmente, lo increpa por las formas y el vocabulario que utilizaba, a él se le debe un gran repertorio de “poemas antigongorinos”. Quevedo, por cierto, no sólo se limitaba a criticarlo por su poesía, sino que también atacaba su persona, tal como se constata en un soneto que le dirige a Góngora y en el que lo acusa de ser judío (“¿Por qué censuras tú la lengua griega / siendo sólo rabí de la judía, / cosa que tu nariz aun no lo niega?” vv. 9-11), acusación que en la España del Siglo de Oro era gravísima.
Las ediciones críticas de las Soledades son una delicia, en serio. Yo tengo la edición de Castalia y en la página del lado izquierdo vienen los comentarios de los críticos (es divertido ver como se pelean entre ellos, el que presenta la edición suele estar de acuerdo con lo que ya ha dicho uno y complementa, aunque a veces está en contra con lo que dice alguno y le echa montón), en la página derecha está el texto con su respectiva numeración de versos y en la parte inferior aparece la versión prosificada.
Ahora bien, no todo Góngora resulta incomprensible, las Soledades y la Fábula de Polifemo y Galatea son de lo más difícil, pero él también tiene otros poemas que no representan tanta dificultad al leerlos por primera vez. De cualquier forma, hay consejos a seguir que pueden hacer que el lector los lea sin tantos problemas (estos consejos me los proporcionó, a su vez, una de mis más queridas profesoras de la facultad), adquirir una buena edición siempre es el primer paso, ya que las notas ayudan mucho, pero acomodar la sintaxis del texto también ayuda, además de buscar las palabras que uno no entiende en diccionarios (aquí les dejo un enlace al Tesoro de la Lengua española de Covarrubias, también pueden usar el de la RAE) y nunca viene mal echar una ojeada a la historia y cultura de esa época, además de refrescar los mitos clásicos (sería bueno descubrir si los libros de Percy Jackson facilitan esta parte –yo los tengo pendientes–). Les puedo asegurar que una vez que logran entender las Soledades sienten una gran satisfacción.  Aquí entre nos, les confieso que Góngora, para mí, fue más un gusto adquirido que otra cosa, no me cautivó de entrada, pero luego le fui agarrando el gusto y he de admitir que ya le tomé cariño.
Espero no haberlos aburrido con una entrada tan larga, así que, lector, si has llegado hasta el final de tanta palabrería, agradezco mucho tu lectura, también me harías muy feliz si me dejaras un comentario con tus impresiones sobre este post, no me molesto si sigues el ejemplo de Quevedo y expresas que no deseas leer a Góngora –a mí no me dieron esa opción en su momento, todo hay que decirlo–.

Que sigan disfrutando de su jueves :D

6 comentarios:

  1. Holaaa!
    La verdad es que no soy un gran amante de la poesía, por lo que no sé apreciarla. De todos modos, son unos versos preciosos <3
    Rush

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  2. Hola

    Como persona que admira la poesía tengo que decir que este tipo de poesía no es un tipo que me llame mucho la atención.

    Un saludo

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    1. ¡Hola!
      Sí, te entiendo, así como con las novelas, en la poesía también intervienen mucho los gustos. Gracias por comentar :)
      Un abrazo.

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  3. La verdad que no disfruto leyendo poesía y me parece una pena, pero lo cierto es que no me siento cómoda con ello. Nos leemos ^^

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    1. No eres la única a la que la poesía le causa esa sensación jeje Seguramente algún día encontrarás algún poema que disfrutes ;)
      Una abrazo :)

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